Eltono Corredera

La primavera acaba de empezar y uno confía en saborearla con calma tras este invierno agotador de lluvias y escasos días de sol. El sol de invierno es, como decía Antonio Muñoz Molina “un sol de uñas, de un frío que pica y muerde las orejas”. El sol de la primavera es -a ver si llega- más bondadoso e invita al disfrute de la calle, más que el abrasador del verano. Los caracoles están ya a la vuelta de cada esquina, esperándonos, como si fuera nuestro particular afterwork. En ese punto llegará abril y en él añoraremos los años pasados, cargados de convocatorias gracias a Cosmopoética. Me gustaba pensar en un abril así y ahora temo que el folclore lo inunde todo, mayificándolo. En fin, al menos el festival permanece, en nuestro otoño que es como una primavera reeditada, aunque con la amenaza inminente del invierno. Me he acordado de esos meses de abril gracias a estas pinturas de los soportales de la plaza de la Corredera.

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Las hicieron Eltono y Nuria, artistas invitados a Cosmopoetica en 2007 y yo me las he cruzado esta semana. Ellos siguen dejando su huella en ciudades como Pekín, Nueva York, Varsovia, México, Tokio, Río o Milán. La permanencia de su obra depende del propio devenir del espacio público donde la proyectan, así que cualquier día alguien las oculta para siempre o sustituye estas puertas por otras más modernas. Encontrarse con los restos de la cultura reconforta e invita a imaginar una ciudad más amable, del verbo amar. Si pasan por la Corredera cuéntele a quienes les acompañen que estas pinturas, junto al arco bajo, tienen una historia y no son fortuitas, sólo con la intención de que a alguien puedan hacerle la vida un poco mejor.

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